viernes, 20 de agosto de 2010
miércoles, 18 de agosto de 2010
Fiestas y costumbre
Tradiciones y fiestas
Polonia es una nación a la que le gusta festejar, apegada a las tradiciones, y que mantiene viejas costumbres. Las costumbres más viejas, especialmente las relacionadas con las épocas paganas, ya hace mucho tiempo que perdieron su carácter mágico, siendo ahora una reliquia del pasado y un elemento de diversión. La relación con la tradición se siente fuertemente en el momento en que se realizan las fiestas religiosas, tales como la Navidad, la Pascua, el Corpus Cristi, durante el que se realizan procesiones muy vistosas, o el día de Todos los Santos. También gozan de mucha popularidad las peregrinaciones a los lugares rodeados de cultos religiosos: para los católicos es, por ejemplo, al convento de Czestochowa en Jasna Gora, para los judíos la tumba de cadyk en Lezajsk y para los ortodoxos Grabarka.
En el calendario de fiestas nacionales, los lugares más importantes lo ocupan el aniversario de la reconquista de la independencia de Polonia en 1918, que se celebra el 11 de noviembre, así como el aniversario de la primera constitución polaca aprobada en 1791, que se realiza el 3 de mayo. Estos días son festivos por ley y no se trabaja. Por eso se organizan actos, desfiles, conciertos y fiestas.
En Polonia también se celebran otras simpáticas fiestas con un carácter un tanto distinto. Entre ellas se encuentran el Día de la Mujer (el 8 de marzo; en la actualidad es menos popular que en la época de la República Popular Polaca), el Día de la Madre (el 26 de mayo), el Día de la Abuela (el 21 de enero) o el Día del Niño (el 1 de junio), al que acompañan fiestas para los más pequeños.
Los polacos celebran el día de su santo y también el día de su cumpleaños. En general, esto está relacionado con el recibimiento de deseos y regalos de los más cercanos y con la organización de grandes o pequeñas recepciones.
Entre las fiestas favoritas se encuentra la de San Andrés, la última fiesta antes del Adviento, en la que se adivinan diferentes cosas para el año entrante. Lo más popular es adivinar el destino de las formas que salen de la cera caliente metida en agua fría.
La fiesta que ocupa el lugar más importante en la tradición polaca es la Navidad. Una atmósfera especial se crea en Noche Buena y con ese día están relacionadas la mayoría de las tradiciones, costumbres y creencias. La Navidad es una de las fiestas polacas más familiares. Un papel importantísimo en la creación de la atmósfera navideña cumple la decoración de la casa. En todas las casas reina un arbolito bien decorado, sin el que es difícil imaginarse la Navidad. Pero ésta es una de las tradiciones navideñas más jóvenes. Los primeros arbolitos aparecieron en Polonia en el siglo XIX, fundamentalmente en las ciudades, en las casas de alemanes y evangélicos de descendencia alemana. Poco a poco esta tradición se fue extendiendo a toda Polonia. Antes, las casas polacas se decoraban en las fiestas con ramas verdes de abetos o pinos. Se ponían en los marcos de cuadros sagrados, paredes, puertas de entrada y portillos, inclusive en las puertas de los graneros y establos.
En la antigua Polonia, la Navidad era el día que tenía que decidir sobre cómo sería todo el año. Había que pasar este día en concordancia, con tranquilidad y brindar de sí la mayor amabilidad. Como hoy día, desde el temprano amanecer se preparaba la cena de Nochebuena. Todas las tareas de casa se debían terminar antes de la caída del sol, antes de la cena de Nochebuena, que era y es hasta ahora, el momento más importante en las celebraciones navideñas.
Las gavillas de trigo, el heno y las pajas fueron elementos navideños de la antigua Polonia. Esta costumbre es recordada hoy por un pequeño manojo de heno puesto sobre el mantel. Las pajas y el heno tenían que asegurar una buena cosecha y también recordar el pobre nacimiento del niño Jesús. En la actualidad, en muchas casas sobre el mantel se pone también dinero, y después de la cena navideña, en la cartera, una escama de pez o una espina, que tienen que garantizar prosperidad para el año entrante. En la mesa se preparan también unos cubiertos adicionales, que están reservados para un caminante errante. En la mesa también se coloca un plato vacío en homenaje a las personas cercanas que se han ido.
A la cena navideña, que tradicionalmente empieza con la aparición de la primera estrella, la precede una oración común y la lectura de un fragmento del Evangelio sobre el nacimiento del niño Jesús. Después, se divide una oblea, que es el pan sagrado, como gesto de conciliación, amor, amistad y paz. Esto está acompañado de deseos mutuos. Este gesto de conciliación y paz también lo realizan los creyentes ortodoxos, dividiéndose durante la cena navideña un pan ázimo.
La cena navideña polaca se compone sólo de comidas de vigilia. Normalmente son 12 platos, porque esa es la cantidad de meses del año, o según otra interpretación, porque esa cantidad de apóstoles se fue con Jesús Cristo.
Pero raramente se cuenta escrupulosamente la cantidad de los platos. Cuanto más sean, más prosperidad habrá en el año entrante. Es necesario al menos degustar, todos los platos. Esta antigua tradición tiene origen en el respeto a los frutos de la tierra y sus comidas. Después de la cena, en muchas casas comienzan a cantar entre todos los villancicos. La Noche Buena termina con la participación a medianoche en la Misa de Gallo.
La mesa de Noche Buena: antes y ahora
La actual cena de Noche Buena es bastante abundante y variada. Con frecuencia se toma una sopa de setas o una sopa de remolacha con ravioles (obligatoriamente con un relleno de setas), platos de vigilia con col (por ejemplo, col con setas o ravioles de col y setas), bolitas de pasta con semillas de amapola dulces, pasteles, frutas, nueces y otros dulces, así como compota de ciruelas secas, peras y manzanas. Pero el plato principal es de pescado. La cocina polaca es conocida por las diferentes variedades de preparar el pescado: sopas, ensalada de arenque, pescado con salsa de crema, pescado en gelatina, horneado, frito y cocido. Un plato tradicional es carpa o lucio con una salsa gris hecha de un poco de verduras, almendras, uvas pasas, especias y vino o cerveza. En la mesa navideña no pueden faltar pasteles y postres, sobre todo un pastel de semillas de amapola, un alajú de miel, y un postre de frutos secos con semillas de amapola dulces, servido con galletas de pastaflora. A la categoría de platos más viejos en Polonia, pertenece la llamada "kutia", que está hecha de semillas de amapola y trigo rallado con miel. Su presencia en las mesas navideñas es una reliquia de los viejos ritos, que rinde homenaje a los muertos. Este plato, durante siglos en el solsticio invernal, ya lo hacían nuestros antepasados.
Carnaval
En el período después de la Navidad se organiza el belén, una presentación amateur relacionada con los motivos navideños. En el campo todavía hoy se encuentran a los que cantan los villancicos, que van de casa de casa con una estrella o un belén. De acuerdo a la tradición, ellos "van a pedir el aguinaldo". En el pasado se les convidaba con las golosinas de la mesa navidena, pero en la actualidad les dan pequeñas ofrendas. Muy a menudo actúan disfrazados, improvisando escenas bíblicas, con un grupo constante: el heraldo, el ángel, el diablo, la muerte, a veces un gitano, un oso o un chivo. Con el Año Nuevo y con las diversiones de la Noche Vieja comienza el carnaval, una época pomposa, donde variadas diversiones se unen a diferentes bailes. Entre los juegos con mayor tradición en Polonia que se conservaron hasta nuestros días, vale la pena mencionar el cortejo de trineos, que fue muy popular entre la nobleza durante siglos. El cortejo de trineos, iba de casa en casa, en las que les esperaban a los visitantes abundantes platos, y después de que se los comían, empezaban los bailes. En la actualidad los cortejos de trineo se celebran con menos pomposidad. La celebración invernal de esta diversión termina con la gente sentada delante del fogón comiendo unos chorizos o carne a las brasas, o también un plato polaco tradicional llamado "bigos".
El último jueves de carnaval, llamado "jueves gordo", es un día en el que en las mesas reinan los platos dulces fritos: buñuelos rellenos con mermelada, o buñuelos de viento. El carnaval termina con una ruidosa diversión en la noche del martes al Miércoles de Ceniza. El plato de la noche, arenque hecho de diferentes maneras, es un anticipo de la cuaresma entrante.
Ahogamiento de Marzanna
Una de las tradiciones que continúa realizándose hasta hoy, es el ahogamiento de Marzanna que se lleva a cabo el cuarto domingo de la cuaresma. Para nuestros ancestros, esa costumbre estaba relacionada con el ritmo vegetativo. Esa costumbre daba alegría por la primavera que se adentraba, y significaba el renacimiento de la naturaleza, anunciaba la futura cosecha, es decir, bienestar. Marzanna, símbolo del odiado invierno, era un muñeco de paja con formas de una mujer vestida de blanco, con collares y cintas. En Silesia la vestían con un traje de novia y una corona. A Marzanna la llevaban de casa en casa en la aldea, para después desvestirla y tirar la ropa por el campo. Más tarde la ahogaban en un río, un estanque, un lago o simplemente en un charco con agua. Había veces cuando se quemaba el muñeco y se tiraba al agua en llamas. A Marzanna la sacaban de la aldea por un camino, mientras que por otro, se traía al llamado "maik" adornado de cintas, collares, flores y ramas verdes que simbolizaban la primavera. En los siguientes siglos, este rito tomó un carácter cada vez más de diversión. En la actualidad el ahogamiento de Marzanna es sobre todo, un divertimiento de los chicos y los jóvenes, que se realiza el 21 de marzo. Ese día se festeja el día de la primavera... o de los novilleros.
Semana Santa
La fiesta religiosa más importante, antes de la Semana Santa, es el Domingo de Ramos, una celebración que se lleva a cabo en todas las iglesias del país, en homenaje a la entrada triunfante de Jesús en Jerusalén. El elemento más importante de esta fiesta son los ramos, los que sin embargo, poco tienen que ver con aquéllos con los que fue recibido Jesús en Tierra Santa. Normalmente son ramos de boje y flores secas, así como ramas de amento. En algunas regiones se hacen ramos que alcanzan varios metros. Se decoran con cintas de colores, con hierbas teñidas, flores secas o artificiales, hechas de papel de seda de colores. Antes se creía que los ramos bendecidos durante la misa tomarían diferentes propiedades: evitan las enfermedades, tapados en la tierra protegen a las plantas de los animales dañinos y puestos en las ventanas nos protegen de las tormentas. Después de la misa la gente se daba unos golpecitos mutuamente con los ramos, deseándose salud, riqueza y una buena cosecha.
Durante el Sábado Santo, los creyentes van a los templos, en los que los capellanes bendicen la comida para la mesa de Pascua, con la que se termina la cuaresma. En Polonia la tradición de bendecir la comida data del siglo XIV. Primero se bendecía solo a un cordero, hecho de una masa de pan, hoy en la canastita de Pascua tiene que haber por lo menos siete tipos de comida. Cada una simboliza algo diferente. Así el pan, que garantiza la prosperidad y el éxito, es para los cristianos sobre todo, el símbolo del Cuerpo de Jesús. El huevo, es el símbolo del renacimiento de la vida, del triunfo sobre la muerte. La sal es un mineral vivificador, antes se creía que podía asustar a todos los poderes malos. El embutido garantiza salud, buena cosecha y prosperidad. El queso es el símbolo de la amistad entre el hombre y las fuerzas de la naturaleza. El rábano picante simboliza a todas las fuerzas y en especial la fuerza física. El dulce (sobre todo los bollos, la torta, y las galletas de Pascua) se incorporó en último lugar y es el símbolo de la habilidad y la perfección. De acuerdo a la tradición, tienen que ser horneados en casa.
Los huevos de Pascuas
Desde hace siglos, con la Pascua está relacionada la tradición de decoración de los huevos. El huevo de Pascua más viejo en Polonia data del siglo X, y se descubrió durante unas excavaciones arqueológicas en Ostrów. Lo más interesante es que se decoraban con la misma técnica que en la actualidad.
En la cultura polaca, decorar los huevos de Pascuas, se convirtió en uno de los elementos del arte popular, característico para algunas regiones del país. Tradicionalmente, la decoración de huevos se lleva a cabo marcando (con la ayuda de una herramienta con forma de embudo) en la parte exterior de los huevos, un ornamento de cera derretida, que después de secarse no acepta tinte. En algunas regiones del país al huevo se le pega una raíz blanca de junco y una lana de color o unas cintas en miniatura de colores de papel. En Pomerania, todo el mundo conoce los huevos pintados de un solo color, la tinte es sacada naturalmente de las hojas, de las cortezas de los árboles, de las cáscaras de cebolla, de las cáscaras de nueces, de las piñas, de las flores de malva, y de muchas otras plantas. En Silesia los huevos se decoran con dibujos artísticos pintados en las cáscaras, que se raspan con una herramienta punzante.
Antes, a la decoración de los huevos se dedicaban solamente las mujeres. Los huevos pintados, los recibían en primer lugar los miembros de la familia, o los ahijados, y más tarde, una semana después de la Pascua, los amigos. El hecho de regalar un huevo de Pascua a una chica o un chico, era un gesto de cariño.
De acuerdo a la tradición, la comida bendecida se come durante el desayuno después de la misa de resurrección del domingo de Pascua. En ese momento, la gente se sienta a la mesa, en la que hay jamones, chorizos, patés, arrollados, lomos de cerdo, carne de pollo hecha de diferentes maneras, huevos y bollos, galletas y tortas de Pascua. Como platos calientes se sirven una sopa agria con chorizo, una sopa de rábanos silvestres con huevo y chorizo blanco, o la tradicional sopa de remolacha con huevo. A la mesa, con su mantel blanco, la adornan los huevos de Pascua, flores primaverales, diferentes formas verdes de berro y por supuesto el cordero de Pascua. El desayuno comienza con la repartición del huevo bendecido.
El lunes después de la Pascua está bañado por el "smigus-dyngus", una tradición popular por la cual los chicos tienen que mojar a las chicas con agua. Hoy es difícil decir cuál fue el sentido de esta tradición que se mantiene hasta la actualidad. Puede ser que haya sido un acto de limpieza y de fortalecimiento de las fuerzas de fecundación. En otros lugares, en el segundo día de la Pascua no sólo se mojaba a las mujeres, sino también a la tierra, para que hubiera una buena cosecha, y a las vacas, para que dieran más leche.
Con la Pascua también estaban relacionadas diferentes costumbres locales. En Cracovia era muy popular (y lo sigue siendo) el así llamado "emaus", una fiesta popular que se celebraba en memoria del camino de los Apóstoles a la ciudad Emaus. Los dueños de los puestos en el mercado ponían en sus puestitos lentejuelas, dulces y pífanos. Los aprendices de artesanos cracovianos, así como los mozos de labranza que venían de las aldeas cercanas a "emaus" se acercaban a las chicas, con ramas de sauce. Los chicos se peleaban entre sí con unos palos. La multitud que se agrupaba cerca de las iglesias, observaba las procesiones de las cofradías religiosas, que iban con armaduras, tambores, la bandera de la cofradía y cuadros sagrados. Hoy, en los puestitos, junto a los juguetes tradicionales y las artesanías, aparecen desgraciadamente, mucho nuevos productos de plástico. Sin embargo, "emaus" sigue siendo una diversión, tanto para los niños como para los adultos.
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Polonia es una nación a la que le gusta festejar, apegada a las tradiciones, y que mantiene viejas costumbres. Las costumbres más viejas, especialmente las relacionadas con las épocas paganas, ya hace mucho tiempo que perdieron su carácter mágico, siendo ahora una reliquia del pasado y un elemento de diversión. La relación con la tradición se siente fuertemente en el momento en que se realizan las fiestas religiosas, tales como la Navidad, la Pascua, el Corpus Cristi, durante el que se realizan procesiones muy vistosas, o el día de Todos los Santos. También gozan de mucha popularidad las peregrinaciones a los lugares rodeados de cultos religiosos: para los católicos es, por ejemplo, al convento de Czestochowa en Jasna Gora, para los judíos la tumba de cadyk en Lezajsk y para los ortodoxos Grabarka.
En el calendario de fiestas nacionales, los lugares más importantes lo ocupan el aniversario de la reconquista de la independencia de Polonia en 1918, que se celebra el 11 de noviembre, así como el aniversario de la primera constitución polaca aprobada en 1791, que se realiza el 3 de mayo. Estos días son festivos por ley y no se trabaja. Por eso se organizan actos, desfiles, conciertos y fiestas.
En Polonia también se celebran otras simpáticas fiestas con un carácter un tanto distinto. Entre ellas se encuentran el Día de la Mujer (el 8 de marzo; en la actualidad es menos popular que en la época de la República Popular Polaca), el Día de la Madre (el 26 de mayo), el Día de la Abuela (el 21 de enero) o el Día del Niño (el 1 de junio), al que acompañan fiestas para los más pequeños.
Los polacos celebran el día de su santo y también el día de su cumpleaños. En general, esto está relacionado con el recibimiento de deseos y regalos de los más cercanos y con la organización de grandes o pequeñas recepciones.
Entre las fiestas favoritas se encuentra la de San Andrés, la última fiesta antes del Adviento, en la que se adivinan diferentes cosas para el año entrante. Lo más popular es adivinar el destino de las formas que salen de la cera caliente metida en agua fría.
La fiesta que ocupa el lugar más importante en la tradición polaca es la Navidad. Una atmósfera especial se crea en Noche Buena y con ese día están relacionadas la mayoría de las tradiciones, costumbres y creencias. La Navidad es una de las fiestas polacas más familiares. Un papel importantísimo en la creación de la atmósfera navideña cumple la decoración de la casa. En todas las casas reina un arbolito bien decorado, sin el que es difícil imaginarse la Navidad. Pero ésta es una de las tradiciones navideñas más jóvenes. Los primeros arbolitos aparecieron en Polonia en el siglo XIX, fundamentalmente en las ciudades, en las casas de alemanes y evangélicos de descendencia alemana. Poco a poco esta tradición se fue extendiendo a toda Polonia. Antes, las casas polacas se decoraban en las fiestas con ramas verdes de abetos o pinos. Se ponían en los marcos de cuadros sagrados, paredes, puertas de entrada y portillos, inclusive en las puertas de los graneros y establos.
En la antigua Polonia, la Navidad era el día que tenía que decidir sobre cómo sería todo el año. Había que pasar este día en concordancia, con tranquilidad y brindar de sí la mayor amabilidad. Como hoy día, desde el temprano amanecer se preparaba la cena de Nochebuena. Todas las tareas de casa se debían terminar antes de la caída del sol, antes de la cena de Nochebuena, que era y es hasta ahora, el momento más importante en las celebraciones navideñas.
Las gavillas de trigo, el heno y las pajas fueron elementos navideños de la antigua Polonia. Esta costumbre es recordada hoy por un pequeño manojo de heno puesto sobre el mantel. Las pajas y el heno tenían que asegurar una buena cosecha y también recordar el pobre nacimiento del niño Jesús. En la actualidad, en muchas casas sobre el mantel se pone también dinero, y después de la cena navideña, en la cartera, una escama de pez o una espina, que tienen que garantizar prosperidad para el año entrante. En la mesa se preparan también unos cubiertos adicionales, que están reservados para un caminante errante. En la mesa también se coloca un plato vacío en homenaje a las personas cercanas que se han ido.
A la cena navideña, que tradicionalmente empieza con la aparición de la primera estrella, la precede una oración común y la lectura de un fragmento del Evangelio sobre el nacimiento del niño Jesús. Después, se divide una oblea, que es el pan sagrado, como gesto de conciliación, amor, amistad y paz. Esto está acompañado de deseos mutuos. Este gesto de conciliación y paz también lo realizan los creyentes ortodoxos, dividiéndose durante la cena navideña un pan ázimo.
La cena navideña polaca se compone sólo de comidas de vigilia. Normalmente son 12 platos, porque esa es la cantidad de meses del año, o según otra interpretación, porque esa cantidad de apóstoles se fue con Jesús Cristo.
Pero raramente se cuenta escrupulosamente la cantidad de los platos. Cuanto más sean, más prosperidad habrá en el año entrante. Es necesario al menos degustar, todos los platos. Esta antigua tradición tiene origen en el respeto a los frutos de la tierra y sus comidas. Después de la cena, en muchas casas comienzan a cantar entre todos los villancicos. La Noche Buena termina con la participación a medianoche en la Misa de Gallo.
La mesa de Noche Buena: antes y ahora
La actual cena de Noche Buena es bastante abundante y variada. Con frecuencia se toma una sopa de setas o una sopa de remolacha con ravioles (obligatoriamente con un relleno de setas), platos de vigilia con col (por ejemplo, col con setas o ravioles de col y setas), bolitas de pasta con semillas de amapola dulces, pasteles, frutas, nueces y otros dulces, así como compota de ciruelas secas, peras y manzanas. Pero el plato principal es de pescado. La cocina polaca es conocida por las diferentes variedades de preparar el pescado: sopas, ensalada de arenque, pescado con salsa de crema, pescado en gelatina, horneado, frito y cocido. Un plato tradicional es carpa o lucio con una salsa gris hecha de un poco de verduras, almendras, uvas pasas, especias y vino o cerveza. En la mesa navideña no pueden faltar pasteles y postres, sobre todo un pastel de semillas de amapola, un alajú de miel, y un postre de frutos secos con semillas de amapola dulces, servido con galletas de pastaflora. A la categoría de platos más viejos en Polonia, pertenece la llamada "kutia", que está hecha de semillas de amapola y trigo rallado con miel. Su presencia en las mesas navideñas es una reliquia de los viejos ritos, que rinde homenaje a los muertos. Este plato, durante siglos en el solsticio invernal, ya lo hacían nuestros antepasados.
Carnaval
En el período después de la Navidad se organiza el belén, una presentación amateur relacionada con los motivos navideños. En el campo todavía hoy se encuentran a los que cantan los villancicos, que van de casa de casa con una estrella o un belén. De acuerdo a la tradición, ellos "van a pedir el aguinaldo". En el pasado se les convidaba con las golosinas de la mesa navidena, pero en la actualidad les dan pequeñas ofrendas. Muy a menudo actúan disfrazados, improvisando escenas bíblicas, con un grupo constante: el heraldo, el ángel, el diablo, la muerte, a veces un gitano, un oso o un chivo. Con el Año Nuevo y con las diversiones de la Noche Vieja comienza el carnaval, una época pomposa, donde variadas diversiones se unen a diferentes bailes. Entre los juegos con mayor tradición en Polonia que se conservaron hasta nuestros días, vale la pena mencionar el cortejo de trineos, que fue muy popular entre la nobleza durante siglos. El cortejo de trineos, iba de casa en casa, en las que les esperaban a los visitantes abundantes platos, y después de que se los comían, empezaban los bailes. En la actualidad los cortejos de trineo se celebran con menos pomposidad. La celebración invernal de esta diversión termina con la gente sentada delante del fogón comiendo unos chorizos o carne a las brasas, o también un plato polaco tradicional llamado "bigos".
El último jueves de carnaval, llamado "jueves gordo", es un día en el que en las mesas reinan los platos dulces fritos: buñuelos rellenos con mermelada, o buñuelos de viento. El carnaval termina con una ruidosa diversión en la noche del martes al Miércoles de Ceniza. El plato de la noche, arenque hecho de diferentes maneras, es un anticipo de la cuaresma entrante.
Ahogamiento de Marzanna
Una de las tradiciones que continúa realizándose hasta hoy, es el ahogamiento de Marzanna que se lleva a cabo el cuarto domingo de la cuaresma. Para nuestros ancestros, esa costumbre estaba relacionada con el ritmo vegetativo. Esa costumbre daba alegría por la primavera que se adentraba, y significaba el renacimiento de la naturaleza, anunciaba la futura cosecha, es decir, bienestar. Marzanna, símbolo del odiado invierno, era un muñeco de paja con formas de una mujer vestida de blanco, con collares y cintas. En Silesia la vestían con un traje de novia y una corona. A Marzanna la llevaban de casa en casa en la aldea, para después desvestirla y tirar la ropa por el campo. Más tarde la ahogaban en un río, un estanque, un lago o simplemente en un charco con agua. Había veces cuando se quemaba el muñeco y se tiraba al agua en llamas. A Marzanna la sacaban de la aldea por un camino, mientras que por otro, se traía al llamado "maik" adornado de cintas, collares, flores y ramas verdes que simbolizaban la primavera. En los siguientes siglos, este rito tomó un carácter cada vez más de diversión. En la actualidad el ahogamiento de Marzanna es sobre todo, un divertimiento de los chicos y los jóvenes, que se realiza el 21 de marzo. Ese día se festeja el día de la primavera... o de los novilleros.
Semana Santa
La fiesta religiosa más importante, antes de la Semana Santa, es el Domingo de Ramos, una celebración que se lleva a cabo en todas las iglesias del país, en homenaje a la entrada triunfante de Jesús en Jerusalén. El elemento más importante de esta fiesta son los ramos, los que sin embargo, poco tienen que ver con aquéllos con los que fue recibido Jesús en Tierra Santa. Normalmente son ramos de boje y flores secas, así como ramas de amento. En algunas regiones se hacen ramos que alcanzan varios metros. Se decoran con cintas de colores, con hierbas teñidas, flores secas o artificiales, hechas de papel de seda de colores. Antes se creía que los ramos bendecidos durante la misa tomarían diferentes propiedades: evitan las enfermedades, tapados en la tierra protegen a las plantas de los animales dañinos y puestos en las ventanas nos protegen de las tormentas. Después de la misa la gente se daba unos golpecitos mutuamente con los ramos, deseándose salud, riqueza y una buena cosecha.
Durante el Sábado Santo, los creyentes van a los templos, en los que los capellanes bendicen la comida para la mesa de Pascua, con la que se termina la cuaresma. En Polonia la tradición de bendecir la comida data del siglo XIV. Primero se bendecía solo a un cordero, hecho de una masa de pan, hoy en la canastita de Pascua tiene que haber por lo menos siete tipos de comida. Cada una simboliza algo diferente. Así el pan, que garantiza la prosperidad y el éxito, es para los cristianos sobre todo, el símbolo del Cuerpo de Jesús. El huevo, es el símbolo del renacimiento de la vida, del triunfo sobre la muerte. La sal es un mineral vivificador, antes se creía que podía asustar a todos los poderes malos. El embutido garantiza salud, buena cosecha y prosperidad. El queso es el símbolo de la amistad entre el hombre y las fuerzas de la naturaleza. El rábano picante simboliza a todas las fuerzas y en especial la fuerza física. El dulce (sobre todo los bollos, la torta, y las galletas de Pascua) se incorporó en último lugar y es el símbolo de la habilidad y la perfección. De acuerdo a la tradición, tienen que ser horneados en casa.
Los huevos de Pascuas
Desde hace siglos, con la Pascua está relacionada la tradición de decoración de los huevos. El huevo de Pascua más viejo en Polonia data del siglo X, y se descubrió durante unas excavaciones arqueológicas en Ostrów. Lo más interesante es que se decoraban con la misma técnica que en la actualidad.
En la cultura polaca, decorar los huevos de Pascuas, se convirtió en uno de los elementos del arte popular, característico para algunas regiones del país. Tradicionalmente, la decoración de huevos se lleva a cabo marcando (con la ayuda de una herramienta con forma de embudo) en la parte exterior de los huevos, un ornamento de cera derretida, que después de secarse no acepta tinte. En algunas regiones del país al huevo se le pega una raíz blanca de junco y una lana de color o unas cintas en miniatura de colores de papel. En Pomerania, todo el mundo conoce los huevos pintados de un solo color, la tinte es sacada naturalmente de las hojas, de las cortezas de los árboles, de las cáscaras de cebolla, de las cáscaras de nueces, de las piñas, de las flores de malva, y de muchas otras plantas. En Silesia los huevos se decoran con dibujos artísticos pintados en las cáscaras, que se raspan con una herramienta punzante.
Antes, a la decoración de los huevos se dedicaban solamente las mujeres. Los huevos pintados, los recibían en primer lugar los miembros de la familia, o los ahijados, y más tarde, una semana después de la Pascua, los amigos. El hecho de regalar un huevo de Pascua a una chica o un chico, era un gesto de cariño.
De acuerdo a la tradición, la comida bendecida se come durante el desayuno después de la misa de resurrección del domingo de Pascua. En ese momento, la gente se sienta a la mesa, en la que hay jamones, chorizos, patés, arrollados, lomos de cerdo, carne de pollo hecha de diferentes maneras, huevos y bollos, galletas y tortas de Pascua. Como platos calientes se sirven una sopa agria con chorizo, una sopa de rábanos silvestres con huevo y chorizo blanco, o la tradicional sopa de remolacha con huevo. A la mesa, con su mantel blanco, la adornan los huevos de Pascua, flores primaverales, diferentes formas verdes de berro y por supuesto el cordero de Pascua. El desayuno comienza con la repartición del huevo bendecido.
El lunes después de la Pascua está bañado por el "smigus-dyngus", una tradición popular por la cual los chicos tienen que mojar a las chicas con agua. Hoy es difícil decir cuál fue el sentido de esta tradición que se mantiene hasta la actualidad. Puede ser que haya sido un acto de limpieza y de fortalecimiento de las fuerzas de fecundación. En otros lugares, en el segundo día de la Pascua no sólo se mojaba a las mujeres, sino también a la tierra, para que hubiera una buena cosecha, y a las vacas, para que dieran más leche.
Con la Pascua también estaban relacionadas diferentes costumbres locales. En Cracovia era muy popular (y lo sigue siendo) el así llamado "emaus", una fiesta popular que se celebraba en memoria del camino de los Apóstoles a la ciudad Emaus. Los dueños de los puestos en el mercado ponían en sus puestitos lentejuelas, dulces y pífanos. Los aprendices de artesanos cracovianos, así como los mozos de labranza que venían de las aldeas cercanas a "emaus" se acercaban a las chicas, con ramas de sauce. Los chicos se peleaban entre sí con unos palos. La multitud que se agrupaba cerca de las iglesias, observaba las procesiones de las cofradías religiosas, que iban con armaduras, tambores, la bandera de la cofradía y cuadros sagrados. Hoy, en los puestitos, junto a los juguetes tradicionales y las artesanías, aparecen desgraciadamente, mucho nuevos productos de plástico. Sin embargo, "emaus" sigue siendo una diversión, tanto para los niños como para los adultos.
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